viernes, 25 de febrero de 2011

Próxima presentación de La ciudad de los otros

La Asociación Entrerriana General Urquiza invitó a la autora de La ciudad de los otros, Marta San Martín, a acercarse a su sede para compartir algunas páginas de su novela con los asociados. La reunión se llevará a cabo el martes 10 de mayo a las 19. Lugar del encuentro, Güemes 3941, CABA

viernes, 11 de febrero de 2011

Nuevo título de la autora de La ciudad de los otros











Nueva publicación de Marta San Martín.
Se trata esta vez de un libro que reúne parte de su producción poética, bajo el título
Un mundo doméstico.
Como anticipo, van algunos poemas.


Compacto

Hay una masa que se mueve

mueve   mueve   hacia la nada.
Me muevo se mueve
vamos.

¿Hay que andar o estarse quieto?
La masa avanza.

¿Hay que llorar o decir no sé?
La masa ruge.

Vamos otra vez
vamos.


Ambigüedad

Hay voces sumergidas en las voces.

Hilachas de otros en los otros.
Hay ríos que navegan juntos, y en cambio algunos
se pierden solitarios en el mar.
Hay palabras en las cartas
y cartas silenciosas.
Y medidas vacías
y vacíos llenos.
Hay ciertas dudas, y dudas
nada más.
Y estamos los dos en cada cosa
sin estarlo.



Oculto

Vuelvo a hablar.
O callo.
A veces no sé si, acaso, cualquier cosa que haga
valdrá la pena.
O habré de dejarme estar
en un silencio cómplice
de ir y venir de la nada al
todo
o al revés
sin más compañía que mi pobre sombra
flaca y desgarrada.

Y es preciso que lo sepa.
Alguna vez, antes de que sea tarde.

Pero las cosas de todos los días son
perentorias
determinantes
a cada instante más
urgentes
como un precipitarse de aguas turbulentas
como un ir y venir
que arrolla todo en su camino.

Me dejo estar.

Por eso me dejo estar.

Por no ver qué hay detrás de tanta agua.



Sobremesa 

Le hemos dado demasiadas vueltas al asunto
(como si no doliera).
Tomaste el pan y lo dejaste otra vez  sobre la mesa
luego la sal
más tarde el vino
y la copa tembló en el mantel a cuadros.
El cuchillo.
El pan de nuevo.
La servilleta.
El mantel perdió uno de sus cuadros por el vino derramado.
Y el pan de nuevo.
Y la copa.
Y la mano temblorosa.
Y el pan, de nuevo.



De papel


Verdes barcos de papel en la lluvia
un lugar por allá        ese bar
y una mesa en la vereda, que se niega a entrar,
sola en la lluvia, esperando que nuestras manos se separen
para correr, ella también, junto a las otras
a guarecerse en lo seguro.

Verdes barcos
Verdes
Verdes barcos

¿vendrías conmigo?
¿en los barcos?
en mis brazos, ¿vendrías?
¿yo solita?
¿cómo, si no?
y       ¿adónde?
a los barcos
¿a los barcos? ¿yo solita?
¡no! conmigo

verdes
verdes barcos



Los cuerpos en el baile

No hay nada nuevo que decir

todo está ya sobre la mesa y la noche se ha extendido
en naderías.
Los demás se están yendo, cada uno con su estúpida carga.
Quedamos solos los dos
apoyados los codos en la mesa.
No nos miramos.
Hace un rato bailábamos abrazados sobre la pista
y nada más que nuestros cuerpos importaban.
Ahora tenemos los codos apoyados en el frío espacio de la mesa
y una de tus rodillas rozó la mía
o la mía la tuya
¡qué más da!
No nos hemos mirado desde la última copa.
Solo nos hemos tocado con una rodilla
que ni sabemos a quién pertenece.
Las luces se apagan sobre nuestras cabezas
y nosotros nos encendemos
sin habernos mirado y habiéndonos rozado apenas con una rodilla
anónima.
¿De dónde viene la música? ¡A quién le importan los detalles!
pero la rodilla sigue ahí, firme, tendiendo ese puente
entre los dos.
Nos iremos cuando sea preciso
cuando una mano toque el hombro tuyo, o el mío,
¡qué más da!
en inequívoca señal de advertencia.
Es tarde, deben irse
nos dirán y tal vez necesitemos que repitan
esto más de una vez porque nos costará
horriblemente comprender.
Después nos miraremos a los ojos
y seremos más que una rodilla que se roza sin saber
a quién pertenece a ciencia cierta
más que unos codos que comparten
el frío espacio de la mesa.
Seremos de nuevo
los dos cuerpos enlazados que fuimos
en el baile.


Ciudad oracular
                                              
  En la Ciudad Perdida las veletas perplejas
 sobre las torres mudas preguntan por el viento...
                                               Raúl González Tuñón


Es la ciudad de las profecías
del oculto significado de las horas
la que muestra y vela al mismo tiempo
que es el tiempo de los que no saben.

Es la ciudad oracular
que el hombre buscó incansablemente.
La que encierra en un abrazo único
lugares  tiempos  ideas.
Y se encierra a sí misma toda entera
ya no perdida sino recobrada
en el precario orden de sus días
que el poeta inscribe en su poema

Es la ciudad de las avenidas
que mueren donde el río se hace anchura.
La de los deliberados puentes y las improvisadas calles                                                              
del payaso y del circo y de las burlas
del amor de la muerte y de la sangre.

Y es también la ciudad de las cenizas
de donde renacer cuando se acabe
el tiempo
que tenemos destinado.

Locos barcos cruzarán ignotos mares
y la bella y atroz Ciudad Perdida
seguirá desplegando sus canales
abiertos a la rosa y a la pluma
a las muchas lenguas y a sus asombradas músicas.

Y les hará creer que han llegado.


La ciudad de los otros en Neuquén

Por sugerencia de las profesoras Lilí Muñoz Obeid y Marita Molfese, la novela de Marta San Martín, La ciudad de los otros, fue leída y comentada por los asistentes al Café del Museo Nacional de Bellas Artes de Neuquén, en una reunión que se llevó a cabo el 20 de enero de 2011.
La obra tuvo buena aceptación y miradas desde todos los ángulos. Se analizó la construcción de los personajes; se comentó apreciativamente la investigación del tema
—la destrucción y posterior desaparición de la vieja ciudad de Federación para dar lugar a la construcción de la represa de Salto Grande—; se realzó el espacio narrativo destinado a la historia de la ciudad; hubo comentarios elogiosos respecto de las descripciones, el ritmo narrativo y la intercalación de historias.
Durante el encuentro, fue leída una entrevista virtual que las profesoras Obeid y Molfese hicieron a la autora.
Queda pendiente una visita para el futuro, que sin dudas dará lugar a un intercambio muy enriquecedor.