jueves, 5 de diciembre de 2013

Narrativa. Inicios inolvidables

En general, recordamos con más precisión el final de un cuento, de una novela, que el inicio; sin embargo, las primeras frases son las que nos invitan a seguir adelante con la lectura.
Van algunos ejemplos de comienzos inolvidables:

En lo alto, sobre la carreta que rodaba por un camino pedregoso, unas nubes grandes y espesas corrían hacia el este, en el crepúsculo. Tres días antes, se habían hinchado sobre el Atlántico, habían esperado el viento del oeste y se habían puesto en marcha, primero lentamente y después cada vez más rápido, habían sobrevolado las aguas fosforescentes del otoño encaminándose directamente hacia el continente, deshilachándose en las crestas marroquíes, rehaciendo sus rebaños en las altas mesetas de Argelia, y ahora, al acercarse a la frontera tunecina, trataban de llegar al mar Tirreno para perderse en él. Después de una carrera de miles de kilómetros por encima de esta suerte de isla inmensa, defendida al norte por el mar moviente, y, al sur, por las olas inmovilizadas de las arenas, pasando por encima de esos países sin nombre apenas más rápido de lo que durante milenios habían pasado los imperios y los pueblos, su impulso se extenuaba y algunas se fundían ya en grandes y escasas gotas de lluvia que empezaban a resonar en la capota de lona que cubría a los cuatro pasajeros.
El primer hombre, Albert Camus,
(Argelia, 1913-1960)


Con qué simpleza, el autor enfoca las nubes cargadas de lluvia que corren sobre la carreta, las devuelve a su origen, describe su largo viaje, que incluye países sin nombre, milenios de pueblos e imperios, para dejar que descarguen su cansancio en esas pocas gotas que caen finalmente sobre la carreta. Es una síntesis de toda la novela: el protagonista y su propia búsqueda. Solo un grande logra trasmitir tanto con tal sencillez.


***

Si amanece nos vamos.

Goya,Los caprichos

Las islas surgieron del océano, primero como islotes aislados, luego los cayos se hicieron montañas y las aguas bajas, valles. Más tarde las islas se reunieron para formar una gran isla que pronto se hizo verde donde no era dorada o rojiza. Siguieron surgiendo al lado las islitas, ahora hechas cayos y la isla se convirtió en un archipiélago: una isla larga junto a una gran isla redonda rodeada de miles de islitas, islotes y hasta otras islas. Pero como la isla larga tenía una forma definida, dominaba el conjunto y nadie ha visto el archipiélago, prefiriendo llamar a la isla isla y olvidarse de los miles de cayos, islotes, isletas que bordean la isla grande como coágulos de una larga herida verde.
Ahí está la isla, todavía surgiendo de entre el océano y el golfo: ahí está.
Vista del amanecer en el Trópico, Guillermo Cabrera Infante, 
(Cuba, 1929-2005)



Este es el primero de los ciento un fragmentos o viñetas con que el gran autor cubano desafía toda convención genérica. ¿Novela, sumatoria de graffiti, leyendas, refranes, "vistas"? Todo hermanado para evocar la turbulenta historia cubana.


***

Al abrir la puerta de la gerencia, encristalada de vidrios japoneses, Erdosain quiso retroceder; comprendió que estaba perdido, pero ya era tarde.
Los siete locos, Roberto Arlt,
(Argentina, 1900-1942)


Un inicio que nos sacude como una bofetada. Así describirá su literatura Roberto Arlt en el prólogo a Los lanzallamas:
“Crearemos nuestra literatura, no conversando continuamente de literatura, sino escribiendo en orgullosa soledad libros que encierran la violencia de un “cross” a la mandíbula”.


***

Para ser un hombre de su edad, cincuenta y dos años y divorciado, a su juicio ha resuelto bastante bien el problema del sexo.
Desgracia, J. M. Coetzee
(Sudáfrica, 1940)

Una prosa implacable, que se desnuda en la primera frase.


***

Por más incongruente que le pueda parecer a quien no ande al tanto de la importancia de las alcobas, sean éstas sacramentadas, laicas o irregulares, en el buen funcionamiento de las administraciones públicas, el primer paso del extraordinario viaje de un elefante a austria que nos proponemos narrar fue dado en los reales aposentos de la corte portuguesa, más o menos a la hora de irse a la cama.
El viaje del elefante, José Saramago
(Portugal, 1922-2010)

Humor, ironía, lucidez, conocimiento de lo fragilidad que es la condición humana. Todo sintetizado en unas pocas líneas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario