lunes, 6 de enero de 2014

Un mundo doméstico, Marta San Martín (Poesía reunida) Segunda parte



UN MUNDO DOMÉSTICO
Poesía


¿De dónde vienen los escritores? ¿Cómo nacen? ¿En qué cuna forjaron las primeras palabras? ¿Cuál de los golpes de la vida les mostró el camino de las líneas y los círculos: la larga ele, la retorcida ge, la perfección de la o, el suspiro de una ese?
Vengo a la escritura de un mundo doméstico. Pero en cuanto tuve la oportunidad, cuando la casa soltó a los hijos y se fueron como si un viento de marzo los alzara por unos aires de libertad, busqué un rincón como las arañas, me adueñé de una mesita que saqué de los cuartos vacíos, mi compañero de toda la vida me regaló esta silla tan cómoda, y me puse a escribir.






II

BREVES Y DESORDENADOS








Mi voz


Necesito refrescar mis manos
remojar las uñas en tinta fresca
si es posible
celeste pálido como un cielo de provincia.
Necesito rozar la cara tersa de una hoja de papel
y recordar su origen
volver al árbol y al suelo
a la tierra regada por las lluvias
al agua primordial.
Para olvidar las otras voces
las palabras ajenas
y reencontrarme.



Compacto


Hay una masa que se mueve
mueve   mueve   hacia la nada.
Me muevo se mueve
vamos.

¿Hay que andar o estarse quieto?
La masa avanza.

¿Hay que llorar o decir no sé?
La masa ruge.

Vamos otra vez
vamos.



Bla bla bla


1
La palabra emerge del bullicio
intacta.
Había empezado a rodar la poderosa
rueda de la lengua
y en la maraña
la palabra.
Intacta.
Y yo con ella.


2
Yo aquí.
Allá vos.
Y entre ambos
una escalera interminable
de sís, nos, quizás.


3
Tomo. Doy.
Barajo. Rescato.
Sumo. Resto.
Empiezo. Termino.
Prólogo. Epílogo.
Digo. Callo.
Me nombro. Te nombro.
Yo. Vos.
Arranca el mundo.


4
Salí a cazar
con una red muda
a b c x
letras inconexas.
Puse en frascos
palabras sueltas
amor, fe, mañana.
Sorbí el aire de los frascos.
Me atraganté con palabras.
Hoy, ahora, aquí
cada vez que abro la boca
acaricio o hiero.
¡Cuidado! Cuidado, cazador
de redes mudas.


5
“Borremos las huellas”, dijiste.
Imaginé las
      l
            e
                        t                r   
                              a
                          s
de nuestros nombres
de las palabras que pusimos en nuestros oídos
de cada tonta frase.
Imaginé astillas de letras hiriendo el aire.
“Rescribamos”, te dije, e hice un ademán
que pretendió abrazar las letras sueltas.



La espera


Rotaron las agujas
lentamente
un dos un dos
doblando en el silencio hueco de la casa
como latidos de mi corazón.
Tensa espera y después
nada.
Como si no hubiera empezado a esperar
nunca.



El color de la noche


Estoy en medio
de un círculo cromático
y camino a tientas en la maraña
inconsistente de colores.
Me pierdo en los azules mucho antes
de haber llegado al verde del trigal.
El campo es ahora de oro
líquido y extraño
tan extraño como el rumbo
de mi pensamiento primitivo.

Color de la noche
espera por mí.



Si es


Parezco enojada pero no.
Cómo habría de estarlo
si es la vida
si es
si es la vida
y esta luz que está en todas las cosas.

Cómo habría de estarlo
si es.

Y hay sonrisas aquí, una sonrisas de
ángeles.
Y si hubo lágrimas, fue porque antes de eso
hubo amor.
Cómo habría de estarlo.

Si hubo penas ¡qué importa! si ya no las recuerdo
si con la vida, el amor y la luz tengo ahora esta bella
y borrosa memoria.



Ambigüedad


Hay voces sumergidas en las voces.
Hilachas de otros en los otros.
Hay ríos que navegan juntos, y en cambio algunos
se pierden solitarios en el mar.
Hay palabras en las cartas
y cartas silenciosas.
Y medidas vacías
y vacíos llenos.
Hay ciertas dudas, y dudas
nada más.
Y estamos los dos en cada cosa
sin estarlo.



Oh


me duele
¿te duele?
sí, aquí
¿mucho?
sí, horriblemente
¿cuánto?
eterno
¿infinito?
sí, sí
vamos
voy
te escucho
gracias oh gracias mil gracias



Partida en dos


No.
Desde el cemento del alma
no a todo.
Como una máquina
como un sueño de cal y arena
que destruye piedra a piedra la esperanza
Y cae el alma.
Y cae
cae
el alma.



Otra pobreza



Puse la manteca en la compartimiento para la manteca
y la carne con las carnes
la verdura en las verduras
el pan
en la panera.
Todo está en orden
pensé
y mirando tu cara triste y mustia
me senté a llorar
sobre las bolsas vacías del supermercado.



Sin matices


No había aire limpio en ese tren.
Todo era un revoltijo
sí, lo juro, un revoltijo
marrón.
Caras manos pies ropa pelo bolsos
un monocromo ofensivo.
Lágrimas bolsos ojos pelo labios
ofensivo el marrón
tirando a sucio
lo juro
mortalmente ofensivo.
Dientes uñas orejas, todo marrón.
Marrón también el riacho que cruzamos
y las estaciones
que yo miraba de costado porque tanto marrón
era ofensivo.
Y un pedazo de pan que uno de los marrones
se llevaba a la boca, también marrón.
Ese pan, también marrón.



Tristes


Mis pobres pies cargan la angustia de tantas calles.
Tiras adhesivas los envuelven
y la suela ya no cubre la marchita planta dolorida.
Voy y sigo y voy.
La llaga ha empezado a arder
hace mucho.
No se detiene la sangre
porque me hables de amor.



Oculto


Vuelvo a hablar.
O callo.
A veces no sé si, acaso, cualquier cosa que haga
valdrá la pena.
O habré de dejarme estar
en un silencio cómplice
de ir y venir de la nada al
todo
o al revés
sin más compañía que mi pobre sombra
flaca y desgarrada.

Y es preciso que lo sepa.
Alguna vez, antes de que sea tarde.

Pero las cosas de todos los días son
perentorias
determinantes
a cada instante más
urgentes
como un precipitarse de aguas turbulentas
como un ir y venir
que arrolla todo en su camino.

Me dejo estar.

Por eso me dejo estar.

Por no ver qué hay detrás de tanta agua.



¿Qué se te ofrece?


No hay ninguna posibilidad de que lo haga:
de que deje este lugar y vaya
a cualquier parte que me pidas.
No hay la menor chance
hacete a  la idea
después veremos de qué manera
arreglamos este asunto.
Por ahora sigamos como veníamos
sin mayores pretensiones
¿te parece?
He pedido tu opinión. Eso es bastante.
Más, mucho más
no lograrás.
Pero sigamos,
así las cosas no pasan a mayores.

¿Qué querías que hiciera?
Lo he olvidado.
Pero te pido tu opinión
y eso es bastante.



Al desnudo

Escribí el poema más revelador
el que me mostró entera.
Vi cómo las letras dejaban al desnudo mi alma
sobre la pantalla.
Cada pliegue y recoveco, cada célula con su núcleo
y sus mínimos componentes
sobre la pantalla blanca, brillando, delatores.
ELLA ES ASÍ decían las letras a gritos
Y ESTO ES LO QUE SIENTE.
“Se parece a tal o cual y hace tales y tales
cosas”.
El alma a la vista, sin ropajes, sin máscaras
enteramente desnuda.
Me vi y
cobarde como siempre
apreté el botón de deletear.

Una a una mis más íntimas aristas
fueron tragadas por el cursor.



La cuenta cuentos


Me preguntó por mi pasado.
Lo hizo seriamente, mirándome a los ojos.
Tuve vergüenza de decir las palabras terribles:
“No hay pasado”.
Tuve pánico.
No tiene sentido que sufra, pensé
si puedo evitarlo.
Inventé una historia almibarada, un inexistente amor
una dulce vida compartida.
Me lo agradeció desde el alma
y se notó
que no había creído una sola
de las muchas mentiras que le dije.
Le agradecí a mi vez
su gran nobleza.
Y el pasado empezó a parecerme
cierto.



La luz


Oh, cuántas piedras
y es noche
cerrada y llena de miles y miles de obstáculos.
Si pudiera
pero es noche y la senda está lejos
y debo ir e ir sin parar
para buscar la luz
sin parar
sin encontrar la luz
nada más que noche y noche
nada más
y cielo profundo que lo cubre todo
y andar y andar
sin luz
a ciegas
¡Y desear la luz!



Un tren y en la noche


Lejos, un tren
en la espesa noche, taladro de sueños
provocadora invitación al escape
luz viajera, suspiro de humo.
Tal vez partir sea lo primero y llegar
¡nunca!
Siempre un tren y nunca la vida, que se queda inmóvil
para ser vida
nada más.
Un tren y en la noche
una luz estirada que pasa y siembra a lo lejos
luces diminutas que parpadean.
Son las casas de los ladrones
decía mi padre.

Tren de campo
tren de la noche que se estira y estira como una serpiente.
Tren para olvidar las penas del alma
o llevarlas lejos.
O perder el alma o llevarla lejos.
Tren para olvidar
en la noche infinita.
Laberinto de luces que surca la noche
siempre la noche
y deja atrás las casas de los ladrones
como decía mi padre.



Planteo


Pregunto hasta cuándo en la quietud
de la noche sin término.
O hasta dónde.
Nada puede responder el eterno
planteo.
Toda la mayéutica del mundo
estirada y retorcida a través de los siglos
en un parto no natural
se resiste a dialogar lo indescifrable:
he de morir
y tengo miedo.



Primero será


Primero será
molesto y desastroso.
Habré de admitir mi error y después
buscar la excusa.
Ya lo arreglaré, digo, como tantas veces.
Será mintiendo tal vez o cargándole
la culpa a otro.
Me reconoceré eficaz para eso
entrenada
y lo olvidaré enseguida
el daño estará hecho.
Si te he perjudicado
lo siento
lo siento mil veces
mil veces lo siento.
Pero el daño estará hecho.



¿?


¿Quién es
o es o es?
¿Quién no es o es o no es?
¿Quién aquí?
¿Quién allá?
Y el alma que vuela y vuela y vuela.
¿Por qué?
Oh
si lo supiera.



Si


Si la noche
si la noche
¡música!
Si la luz si la luz
¡rezo!
Si la calle si la calle
¡basuras!
Pobre la vida
sí sí.



Sin más


Me gusta el silencio      la calma.
A lo sumo
un llamador de ángeles o un único zorzal.
No más     
                    no más.
Un silencio pródigo         pesado de ideas
sin falsos reclamos.

Prefiero el silencio   
                               la siesta    
                                                    el verano     
las uvas al sol
sin otro sonido que sus lentos jugos   
bullendo en una complicidad caliente.

Me gusta el silencio tendido en las montañas.
A lo sumo     
                      el viento
                                        o una piedra que cae.
Me gusta el silencio
sin más
                         sin más.



Arrepentimiento


Traté siempre a los perros como a perros.
Yo nunca tuve uno
uno mío, quiero decir
pero hubo muchos perros en la casa
de dueños distintos todos ellos
de todos los pelajes
con todos los colores de ojos que existen para perros
con sus voces particulares
con sus manías y sus trucos preferidos
y con esa persona de la casa
que eligieron como dueño.
Pero yo no tuve perro.
Eran perros de la casa.
Y yo los trataba como a perros.



Tienen ese no sé qué, ¿viste?


las tardecitas de buenos aires tienen ese no sé qué
¿viste?
ese no sé qué de triste pelaje marrón
de sombras gastadas     de cartones en changuitos
de supermercado
robados
de chicos incansables       precoces andariegos de un mundo maloliente
de manitas que aprenden a ser pedigüeñas
antes de desenvolver un
primer caramelo
de subsistencia apenas, de sobrevivir ¿viste?

¡de hambre!

¿el sol en buenos aires? nublado por la pena
¿el cielo en buenos aires? oscuro (sabrás)
¿el alma en buenos aires? de cartón y papel de diario
                 eso sí
en bolsas verdes.



Trapecio para pájaros

                             Para Vir


Más imposible
No puedo
No puedo
Voy y dejo los huesos
Y el alma
Y no puedo
No no
Pero voy y voy y voy
Y dejo el alma y es pájaro el alma
Y subo y voy
Y no puedo no puedo
Pero voy
Un día
Otro día
Otro día
Otro día
Y voy y subo y voy
Y dejo el alma y voy
Así otro día voy
No no
Y subo y subo y subo y voy



Igual a cero

  Para mi nieto Tomás

Oh, llueve.
La lluvia es magia que cicatriza
las heridas hambrientas de la tierra
y me asperja
con un baño de infinito
Sí, muchacho,
de infinito
que es igual a cero
—al número cero—
porque no hay número que represente
lo que no tiene fin.
Y me lo enseñó
un niño de seis años.



Por cada sombra


He imaginado una historia por cada ventanilla del tren.
Multiplicadas historias desparejas
que van corriendo con la noche.
Estallan. Estallan almas en la noche
y la luz del tren las arroja
desdibujadas
a las sombras de un campo
que pasa y se las lleva.
Aquí mujer sola dos hijos nada de marido poca o nula
pensión alimentaria.
Allá un viejo poca plata familia ausente soledad a la mano hijo muerto en un campo de batalla que nadie ha visto aún.
En el medio
niña ajada de vuelta de tantas y tantas cosas de la vida
huye (o vuelve) al pueblo a la madre que puede no estar esperando
quince (o tal vez más) hermanos en una pieza de adobe
poca comida y nada de maquillaje.
Del otro lado, proyectando su sombra dos veces, hombre enamorado anillo en el bolsillo izquierdo de la campera de lona azul desteñida con un remiendo a la altura del codo.

Y el campo afuera
comiendo pasivamente las sombras
que corren.



Vivir sin contar las horas


Prometo vivir sin contar las horas.
Dejar que el tiempo sea algo fijo
pegado a mi costado.
Si yo estoy aquí, quieta como una roca
y soy la misma de esta mañana
o de ayer a la tarde
¿por qué debo pensar que el tiempo es otro?



Pensar primero


Si de hablar se trata, pues hablemos
quizá saquemos de esto algo en limpio.
Pero si de lo que se trata es de amar
pues callemos
que al amor lo gastan
fatalmente
las palabras.


Queda claro entonces:
pensemos primero
antes de sacar afuera esas cosas que
no dichas
casi no dañan
pero dichas... una vez dichas...
Mejor llevar adentro las palabras.



Sueños de juventud


Bajábamos una escalera.
Era de dos colores ridículos,
cha cha cha y calipso, creo.
Dos colores antiguos
que quizá estuvieron de moda hace mucho muchísimo tiempo
o que pude haber soñado.
Volábamos,
de esa parte estoy segura,
y no nos costaba nada
dejar que el cuerpo flotara
igual que relleno de plumas de ángel.
Éramos dos globos despreocupados
sobre una escalera infinita.



Sobremesa


Le hemos dado demasiadas vueltas al asunto
(como si no doliera).
Tomaste el pan y lo dejaste otra vez sobre la mesa
luego la sal
más tarde el vino
y la copa tembló en el mantel a cuadros.
El cuchillo.
El pan de nuevo.
La servilleta.
El mantel perdió uno de sus cuadros por el vino derramado.
Y el pan de nuevo.
Y la copa.
Y la mano temblorosa.
Y el pan, de nuevo.



Rapidito


En un periquete desordenamos
lo que nos llevó años
ordenar.
Porque sí nomás.
Porque sí nomás las dos cosas
orden y desorden.
Paremos el juego ya.
El amor es cosa
seria.



Es cuestión


Es cuestión de salir a caminar
de dejarse llevar por lo desparejo de las veredas
de mirar la luna sin más compañía que la luna.
Es cuestión de esperar,
mañana será una diferencia.
Es cuestión de sentarse a escribir
y pensar:
ya pasará todo
—algún día—
y la vida será otra vez.



Para el final


Es lo último. No habrá más
por hoy.
Mañana será cosa
de empezar otra vez la cuenta entera.
Que esto es tuyo y esto es mío
que mi alma quedó en ese ropero
que a la tuya no le hace falta
un televisor
que despliegue sus treinta
o más pulgadas hipnóticas
que la alfombra era de mi madre
que el felpudo sí
que la heladera será tema de prolongada discusión
que los chicos es otra cosa.
De ellos hablaremos otro
día.



Virtual


Hemos llorado a gritos hoy
abrazados y solidarios.
¡Oh, qué horrible, pero qué horrible y espantoso dolor en nuestras almas!
Les daría el mundo si pudiera, dijo alguien y alguien
respondió no solucionarías nada
con eso
hace falta tanto y es tan poco lo que se puede hacer
y si le das a uno
¿creerás que así se acaba el problema eterno del hambre sobre el mundo?
Pero algo haremos, dijo otro, algo
al menos.
Nos tomamos fuertemente de las manos y elaboramos los más firmes propósitos.
Nos juramos empezar de otra forma el día siguiente:
uno de nosotros haría esto y el otro aquello.
Todo al día siguiente.
Mientras tanto
nos abrazamos y lloramos locamente
de frente a la pantalla.



Agua en el desierto


Hay unos colgajos de niebla en mi ventana
que insisten en entrar.
Vapores que traen la distancia peligrosa
de los pantanos
aquí
que no hay agua ni blandas tierras arcillosas
ni humedad ni nada.
Aquí
que nada más tenemos el desierto
y unos cuervos que rondan los
blanqueados huesos.
Pero es niebla de pantano la que empuja mi ventana.
Hay en la noche olor a muerte
a soledad, también a pobreza.
Negro panorama, dijiste
y tuve que decir sí, con la cabeza gacha.
Negro panorama es este
y tuve que decir sí otra vez.
Tenía yo los ojos fijos en el pantano
que cubría la vasta soledad del desierto.



La última puerta


Podemos abrir la puerta.
Conduce a otra
no hay que temer.
La otra lleva a otra y así hasta llegar a la última y
entonces sí
el temor se justifica.



Por vivir


Hemos andado mucho
lo sé.
Hemos hecho los caminos uno a uno
lo sé.
Nos hemos deshecho en mil pedazos
lo sé.
Aun así
valió la pena.



Breves y desordenados


Todo ha salido al revés
como una pesadilla
sin orden ni armonía sin espacios fijos
lleno de vicios
de arcaica data y procedencia
como el discurso alterado de los locos
que hablan a los gritos cuando nadie los escucha
y susurran insultos al que no es indiferente.

Pero ha salido.


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